lunes, 28 de julio de 2008

Suerte


El miedo te patea hacia la pared -y eso cuando es benévolo, vulgar; porque todos sabemos que hay otros miedos que son tortura, que son huella que se pinta lenta, que no patean, transcurren. Entonces aquél miedo te da un empujoncito, para que después vos solo hagas el camino hasta ante el umbral, límite preciso e irremediable, demarcación última y confín de tu miedo. Tal vez ahí ya nada te importe, y en los pocos minutos que te concedés comenzás a evaluar posibilidades –persignarte o putear; huir o simular-; o tal vez conjetures planes sediciosos que te alivien la decepción y la rabia. Pero también puede ser que cuando ya nada importe, cuando sientas en todo el cuerpo la desesperación de lo inevitable, mandes todo a cagar, harto, y te des la vuelta.
A veces, los que tienen suerte, ven que el miedo era sólo una pierna colgando del aire.

sábado, 26 de julio de 2008

La experiencia del espejo II


El espejo me interpela, me cuenta, cuando está manchado de vapor. Y entonces no puedo diferenciar si es que mi cara desaparece en esa espesura, o se reconstruye desde fuera de sus propios límites, en contracción; es como si se me dirigiera con una retórica de fantasma adolescente, intentando seducirme en la duda. Despierta entonces la intuición, ansiando desentrañar ese fundamento de mi cara, para creer que “soy yo el que se mira”, cuando no hay nadie que mira ni es mirado, sólo es un principio a develarse; es algo como la “gatidad del gato”, o “la floridad de la flor”. La experiencia del espejo es la de querer comenzar a ser, o la de querer hacerme creer que nunca, nadie, nos mira. O como si todo, siempre, fuera un espejo en espera a ser desempañado.
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martes, 22 de julio de 2008

La experiencia del espejo


La experiencia del espejo es la de separarme en partes, me dijo, y es en ese umbral donde siempre están mis ojos mirándose a ellos mismos, perdiendo relación, cuestionando quiénes son que se miran. Y siento que es tal vez en ese momento que mi cuerpo sale a andar y se escapa, cuando los otros ojos responden, de improviso, despintándome.

jueves, 17 de julio de 2008

miércoles, 9 de julio de 2008

Océano Mar


¿Sabes qué es lo más hemoso de aquí? Mira: nosotros caminamos, dejando todas esas huellas sobre la arena, y ahí se quedan, precisas, ordenadas. Pero mañana, cuando te levantes, al mirar esta enorme playa no habrá ya nada, ni una huella, ni una señal cualquiera, nada. El mar borra por la noche. La marea esconde. Es como si no hubiera pasado nunca nadie. Es como si no hubiésemos existido nunca. Si hay un lugar en el mundo en el que puedes pensar que no eres nada, ese lugar está aquí. Ya no es tierra, todavía no es mar. No es vida falsa, no es vida verdadera. Es tiempo. Tiempo que pasa. Y basta.


Alessandro Baricco