domingo, 25 de abril de 2010

Escena.

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La escena, de tan trivial, desaparece en el mismo instante en que la veo. Tardo un tiempo en recuperarla, mientras subo al tren: desde abajo del andén, cerca del puesto de hamburguesas, el Polaco, el loquito de la estación que putea y grita agitando brazos y piernas, se detiene un momento, paralizando su euforia, para devolverle la mirada a la nena que, asustada, lo observa desde arriba. El la mira fijo, a la nena, quieto, muy quieto, mientras saca una moneda de su vaso de plástico y se la ofrece, estirándole la mano, sin sacarle nunca la vista de los ojos. La nena se asusta y llora, corre a meterse entre las tetas de la madre, que no entiende nada, y el Polaco, mientras vuelve a poner la moneda en el vaso, se vuelve a la boletería, gritando y golpeando los pies contra el suelo.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermoso parrafo, al leerlo me generó tantas imagenes como la vez que lo escuché de tus labios.
abrazote
L.I.