viernes, 26 de julio de 2013

Diario viaje a Bolivia II



12.1 Estamos en el patio de la pensión Samani, en Cusco, esperando a Belén y Diego para coordinar la visita a Macchu Picchu. Como en todo viaje las cosas suceden a una velocidad inalcanzable para la escritura. Llegamos ayer, a las seis de la mañana, desde Copacabana, Bolivia. En el ir y venir de transportes, fronteras y aduanas perdimos a Lucrecia y Belén y conocimos a Vico, Sole, Male, Diego y Belén. Cruzamos la frontera Bolivia – Perú en una minivan  y viajamos como si fuéramos egresados. Max, el “coordinador” de la salida, varias veces tendría que haber repartido patadas en el culo a un par de argentinos que remarcaban la viveza altiplanense. Y lo único que dejaban en evidencia era su miserabilidad, su falta de respeto absoluto, como si fueran una visita programada por el FMI. Pero antes de esto, llegamos a Copacabana desde Sorata, bajo una niebla espesísima y no pudimos dejar de deslumbrarnos con esta ciudad repleta de bares y mercados, que se organiza como punto de anclaje para las expediciones a las diferentes islas que decoran el Titikaka. No hay descripción posible para este lago porque es, sencillamente, la belleza. Los pastos verdes de la orilla; las rocas colosales que emergen como figuras retorcidas; las imposibles tonalidades del agua; las islas que contorsionan las olas; el sol tembloroso de enero que contrasta las embarcaciones. Al segundo día en Copacabana partimos en lancha hacia la Isla del Sol –cuna del imperio incaico- y nos alojamos en una cabaña con vista al lago, que cerca de las seis de la tarde nos despabiló con un frío hermético y nos encerró por el resto de la tarde en la habitación en lo alto del cerro.  Todo, desde la visión en lo alto, se detiene a esa hora, imponiendo una pausa casi insoportable en la que sólo queda esperar a que llegue el sueño. Intentamos cenar afuera, pero se nos congeló la comida en la garganta. Esa misma tarde, bajo el sol resplandeciente, Ger lideró la caminata a un templo incaico, por caminos de tierra, rodeando la isla. Dentro de sus cavernas se guardaban las piedras oscuras de algún fuego sagrado. “Esto parece Irlanda”, le digo a Ger.  Al día siguiente, con un francés perturbado –“¡Putain, Merde!”, repetía- y un berlinés sexagenario partimos en una lancha privada hasta la parte norte de la isla. Chaparrones y un frío que te quiebra las uñas. Como para despabilar el cuerpo hacemos una caminata rápida por el pueblo; recorremos callecitas como laberintos venecianos y terminamos frente a un paredón, en donde se velaban dos cuerpos pequeños, en ataúdes violetas. Como si nos hubiéramos metido en la entraña de un cuerpo ajeno, nos dimos la vuelta perturbados, sin querer escuchar los lamentos que nos seguían desde el fondo del callejón.  No dejo de pensar en malos presagios, al ver lo ajeno a todo que están unos chicos tocando la guitarra en la playa. Como si nadie más que nosotros se hubiera acercado a un nervio demasiado vivo, ajeno a los turistas que deambulan con botellas de cerveza. Decidimos volver a Copacabana, en un trayecto en lancha de casi cuatro horas, enfrentados a un frío que sólo una noruega compañera de banco puede soportar con dignidad.

Diario de viaje a Bolivia I



.
6/1 Como si uno caminara entre los desechos de un circo abandonado; esa es la primera impresión que me produce Santa Cruz de la Sierra. Como si el movimiento frenético, la furia de los animales salvajes y el maquillaje de los actores escondieran una vida desapasionada y triste, hundida en los olores a barro y mierda. En Santa Cruz se tiene la sensación de que algo grandioso alguna vez estuvo ahí pero que ahora sólo queda un resto de escombros colorinches, un puesto de feria que se negó a seguir camino.
Caos vehicular; edificios de una arquitectura inverosímil, lamidos por una coloración que se escapan a cualquier lógica cromática. Eso también es Santa Cruz, estallando en la plaza central con ráfagas de luces multicolores y amontonamientos. Llegamos por la mañana con Belén y Lucrecia, a quienes conocimos en el bus que tomamos desde el aeropuerto. Paseamos por la plaza y anclamos en el Hotel Panamá, chorreados de fastidio y transpiración, luego de decepcionarnos con un viaje directo a La Paz. Ahora tenemos habitación con vista a un pelotero, en donde los chicos, hasta la madrugada, juegan y escuchan canciones de Roberto Carlos.  Me levanto dos veces por la noche para meterme bajo la ducha eléctrica que no funciona; hay algo que asfixia, que no deja respirar.
8.1 Salimos los cuatro hasta Sorata, por la mañana, después de un viaje de 24 horas, en el que no faltó el terror. La Paz no recibió con un frío polar, como para remarcarnos esa diferencia tan profunda con Santa Cruz, como si no quisiera tener nada que ver con ella. Cerca del cementerio en lo alto tomamos un pequeño micro hacia Sorata, compartiéndolo con Cholas que duermen con la cabeza en alto, que no roncan, que no cabecean, que me suenan a roca viva. Sorata es verde; curvas verdes. El pueblo está anclado en un valle y se extiende hacia abajo, cayendo en picada desde la plaza central hasta el río que la atraviesa con furia. Llegamos por la mañana y nos alojamos en el Hostal Reggae, en una habitación para cuatro decorada con grafittis de los cuales una tercera parte eran fragmentos de canciones de Calle 13. De las casi cuarenta personas en el hostel sólo tres o cuatro no eran argentinos. Turismo etnológico. Vamos a conocer otras culturas, se dicen, y no salen de la habitación porque la resaca es siempre demasiado fuerte. Son libres, dicen, y ninguno se da cuenta de la suciedad que no se animan a limpiar en la cocina. Utilizan las ollas para cocinar sus cactus, pero se duermen antes y uno se los toma con el mate.  La facilidad de Lucrecia para entablar amistad nos reúne la primera noche en un truco con un pibe de Jujuy y otro de Tigre: no terminamos la partida, se fueron a buscar chicas chilenas que vagabundean en la plaza. Son fáciles las amistades de viaje, e intensas, por lo poco que duran. Justo leo a Houellebecq que dice, en “Plataforma”: “En resumen, el turismo como búsqueda de sentido, con la sociabilidad lúdica que favorece, es un dispositivo de comprensión global, codificado y no traumatizante, del exterior y la alteridad”. Es evidente que nos aferramos a Lucrecia y Belén para introducirnos en esta “alteridad”, tan sobrecargada de referencias oscuras –¿a quién no le dijeron que tenga “mucho cuidado” al ir a Bolivia?- de una forma más subrepticia, como si estuviéramos acá desde allá, remarcando los códigos comunes, indicando diferencias con un lenguaje y un imaginario compartido, ante el cual el caos cede, y uno entonces  puede sentarse a tomar mates y jugar al truco sin miedo a que el exterior abrume.
El siete de enero comienza el viaje, con el descenso a la gruta de San Pedro, después de una caminata de tres horas, rodeando caminos de montaña con curvas y miradores que se miran solos, porque en mi cabeza se confunden en un mismo verdor, en una misma tierra sangre, un mismo pico nevado. Descendemos a la cueva y quebrantando las prohibiciones nos bañamos en las aguas heladas del lago subterráneo. Quiero seguir camino adentro, pero falta el oxígeno y los olores comienzan a ser cada vez más densos. La salida de la gruta debería continuar cierta metáfora de transformación, -tan literaria- pero sólo me deja la duda de saber si las aguas no estarían contaminadas. Pienso que nada, en lo que queda del viaje, podrá superar esta visión tan quieta y profunda: al acostumbrar los ojos a la oscuridad y comenzar a percibir el lago escondido, se recorta el perfil de una mujer en la orilla, sentada en el lomo de un cisne gigante, esperando a que lleguemos para ofrecernos una vuelta en su ave anfibia.
Somos de repente una síntesis de lo que vimos, una junta de colores y formas que perdieron su lugar y viven en una misma estampa detrás de los ojos

martes, 16 de julio de 2013

Esto no es poesía.

.
De repente un día se termina. Algo, al despertarte, hace tiempo que ya no está y ni siquiera te diste cuenta. Es como si todo el tiempo de tu vida hubieras mantenido una contabilidad exacta de las moscas que pasaban por tu frente, o de los centímetros de mugre dentro de las uñas, hasta que los números perdieran peso y con ello se llevaran no sólo la mugre y las moscas, sino también la frente y tus dedos. Desvanecerse suena a poesía, y no hay nada poético en esto. Las telarañas que a veces se suicidan, por ejemplo. Que estás tan acostumbrado a verlas contrastando la blancura de una esquina cualquiera, y que cuando te decidís a barrerlas te das cuenta de que hace ya tiempo que nadie vive ahí, que sus pobladores se fueron hace tal vez semanas y te dejaron sólo una pequeña suciedad que ni ganas da de limpiar. Ahora ni siquiera se comprime el alma cuando viaja en subte; viaja entre apretones y leyendo impasible sin fijar las ráfagas de pasado que habitan cada estación, sin pensar en deambular a la primerísima mañana entre policías autómatas y obreros de la construcción. Cuando esperaba el primer subte de la mañana asistía puntualmente, todos los días, al encuentro de dos amantes infieles: se encontraban a la altura de la primera puerta del primer vagón, cincuentones pletóricos de besos, y una vez que llegaban al primer abrazo que los unía no se separaban ni siquiera al llegar a Constitución, donde los perdía de vista. Había algo infantil en sus encuentros, en ese momento en que se vislumbraban caminando por el andén, casi como cuando uno esperaba los invitados al cumpleaños y no podía evitar cierta dilatación en las pupilas cuando el primero llegaba y se acercaba a saludar. Alguna vez fantaseé de hablarles, mientras ambos esperábamos: ella o él esperándose y yo esperando el subte. Nos sentábamos los tres en el mismo banco. Esperando. Yo esperaba a que se fuera la araña y ellos a que las tres estaciones separaran ciudades. Me quise creer cómplice, como aquella vez que caminé por delante de una pareja de mujeres por tanto tiempo, que al llegar a una duda crucial en su conversación, me sentí con derecho a darme vuelta y aconsejarles: “Es evidente que Marita necesita ayuda profesional, después de semejante trauma…”. Pero no lo hice, claro, porque era de mañana, y era temprano, y las luces cálidas de las estaciones tienen un no sé qué de impudicia que me aplastaba las palabras y me las envolvía entre los dientes. 
Ahora los amantes se perdieron en un coche oscuro que rueda un poco más allá de los paredones de Constitución, están abrazándose en ese movimiento detenido, mirando los túneles en dirección contraria, sintiéndose flotar, conmovidos apenas por alguna imperfección en los rieles. Alguna rata distraída, un paquete de chicles. Yo ya no tomo ese tren de la mañana; ni siquiera reconozco el banco en el que escuchaba alguna palabra indecente seguida de un choque de labios y un apretón en los muslos. Los viajes ahora me llevan a alguna parte, y me disfrazan las ansias con su traqueteo; me esconden entre paraguas negros y alguna mujer que se maquilla, bajo el diario de un hombre que apesta a vino, que no para de hacer crucigramas. 
Cabe una aclaración: nunca me atreví a sentirme su cómplice, ni siquiera su hijo.

martes, 18 de octubre de 2011

Click V.

.

.
Es imposible no leer el relato de esta imagen, que alguien, tal vez sin saberlo, tomaba como simple escena cotidiana. Sin saber, quien tomó la foto, en ese instante está construyendo la historia que me cuento cada vez que revisito el pasado: Mamá, desde la orilla, me anima a tirarme al agua; yo, con las manos tensionadas dudo, o tengo miedo; mi hermana, ya dentro del agua, me da el ejemplo, incentivándome a tomar la iniciativa.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Click IV





*El Caos, el Infinito y el Cálculo*

.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Fragmentos Entrerrianos II




.
6/1
Ayer por la noche un bote quedó amarrado en el río. Apenas se movía, acentuando la inmovilidad de todo el cuadro. El agua del río, por la noche, es una oscuridad compacta, apretada, presionada por las estrellas que se reparten, quietísimas, por el lienzo oscuro, sólo a veces tajeado por la rápida luz de una luciérnaga.
No sé desde dónde percibir este paisaje, que me resulta tan irreal: la arena tan suave, el compuesto orilla-bote-cielo-estrellas en esa parálisis que lo trasforma en un cuadro, sin embargo, en extremo realista.
Decido levantarme de la arena para asimilar el cuadro, incorporarme a él, y romper esa quietud que me distancia. Atravieso la pintura metiendo las patas en el río, mirando las aureolas negras que se dispersan hasta el bote amarrado. Voy hacia él y lo muevo, como si mi mano pudiera despertar y animar los objetos, para darles vida.


.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Fragmentos Entrerrianos




.
13/1
Nos tomamos una combi a la terminal para volver ya a Buenos Aires. La lámina negra del vidrio polarizado de la combi tiene una rasgadura con forma de paloma, pájaro o mariposa, con las alas desplegadas. Veo la realidad del paisaje del que nos alejamos por esa abertura: los cultivos y los countries, el río y los puentes, el camino de ripio y el polvo que nos deja la moto que va adelante. Por el ojo de ese ave se fugan las caminatas al sol de la tarde por la ciudad, se va un ritmo y una respiración lenta, acompasada por los puentes vacíos y los perros de la noche. El vuelo estático de la figura en el vidrio recorta las imágenes y las pliega en mi cuerpo. El año pasado, mientras nos íbamos de Reta en el micro con Celeste, en plena tormenta, imaginamos la destrucción del paisaje como un realismo mágico berreta; este año ninguno habla, y nos limitamos a la observación, tal vez porque estos pastos y estas aguas viven y mueren por sí solas, con toda la fuerza, más allá de nuestra imaginación, sin que tengamos la necesidad de fabularla y reconstruirla. A Reta la construimos nosotros, -creándole un entramado de sucesos y personajes íntimos al paisaje- para resignificarla a nuestro capricho, como si recién hubiera comenzado a nacer con nuestra presencia. Este año fracasaron todas las tentativas y sólo nos quedó transformarnos nosotros en personajes de una obra ajena, errando en una constante búsqueda de indicios, pero permitiéndonos descubrir la mirada en los ojos del río y las palmeras, los animales y los caminos negros de la noche. Hemos descubierto un paisaje y recorrido su nervio, sin insertarlo en ninguna estructura, sin marcos ni ficciones. El ojo del ave quieta me recuerda esta distancia entre la imaginación y la realidad: afuera las aves gritan sobre el puente; adentro mi mochila se incrusta en mis costillas, mientras miro por el rasguño de una lámina negra, camino a Buenos Aires.

12/1
Volvemos de estar en la playa con los chicos, en esta última noche. Ahora veo la sombra gigante de los pinos, mientras las chicas duermen, y los bichos de la luz me dan vueltas por la cara. Se me aparecen imágenes del viaje como elementos vivos, inescribibles, que todavía me cuesta asimilar. Sólo puedo señalar que estamos en el camping 5, parcela 513; que al lado tengo los puchos y el mate frío; que las agujas secas de los pinos forman un compacto amarronado y despeinado que cubre todo; que unos metros más allá está el río con esa calma intraducible; que el fondo de este bosque me parece un poco siniestro. Y que voy a dejar de escribir para ir a recorrerlo, de una vez por todas, en la oscuridad.

11/1
En el río a Celeste una serpiente le roza las costillas; a un sapo una hormiga le camina por el ojo; los lagartos dejan los restos de una paloma entre los árboles; dos hormigas rojas despedazan a una negra a lo Tupac Amaru; dos pájaros se picotean incansablemente en el aire; un carpincho devora los peces que saltan sobre el río, proyectando el sonido de un estornudo en el silencio de la orilla; otra serpiente se nos aleja corriendo sobre la arena, zigzagueando; peces nos pellizcan los tobillos; una mariposa gigante y multicolor muere atrapada en una telaraña, mientras nosotros miramos y señalamos.

10/1
Se fueron Dani y Rocío y quedamos Rebeca, Celeste y yo, acampando en un bosque de pinos y algunos eucaliptus. Tenemos a los caballos muy cerca y un camino que nos lleva a campo abierto. Varios de los paisajes hasta ahora me recordaron el viaje con Emi a Córdoba, hará unos seis años; pero lo que veo hoy recupera escenas de una memoria reciente que me emperro en resucitar. Me pregunto cómo deslavar aquellas imágenes para quitarles fuerza, tal como hice en Reta el año pasado. Con Celeste nos preguntamos a cada momento si todavía estamos en Reta, como si el recuerdo del año pasado tuviera que permanecer intacto, como si sólo realizáramos un viaje en toda nuestra vida y las diferencias fueran detalles superfluos. Poco falta para que los compañeros de todos mis viajes se hagan presentes ahora, trayendo ramas para el fuego de la noche. Porque esta noche, mientras las chicas están lejos haciendo compras, se me llena de fantasmas.


.

lunes, 3 de enero de 2011

Recorrido Literario 2010.

.
07.01.10. Hans Magnus Enzenberger, El perdedor radical: “Puede haber situaciones en las que el ser humano prefiera un final terrible a un terror –sea real o imaginario- sin fin”.

08.01.10. Juan Filloy, Aquende: “¡Los verdaderos náufragos son los que se salvan del desastre de la muerte viviendo una soledad superior a ella!

11.01.10. César Aira, Cómo me hice Monja / La Costurera y el Viento: “En mi vida ha habido poca aventura. Ninguna, de hecho. No recuerdo ninguna. Y no creo que sea casualidad, como cuando uno lo piensa y advierte con sorpresa que en lo que va del año no ha visto un solo enano”.

21.01.10. César Aira, El Sueño: “Muchas veces se ha dicho que el cristianismo es la adoración de una marioneta horrenda”.

02.02.10. Roberto Bolaño, Putas Asesinas: “¿Y tú te preguntarás qué es la historia secreta?, dijo mi amigo. Pues la historia secreta es aquella que jamás conoceremos, la que vivimos día a día, pensando que vivimos, pensando que lo tenemos todo controlado, pensando que lo que se nos pasa por alto no tiene importancia. ¡Pero todo tiene importancia, buey! Lo que pasa es que no nos damos cuenta”.

04.02.10. VV AA, Un grito de corazón: “Prefiero ser consciente orgánica de tal cosa a la ascéptica independiente libre pensadora destructora por omisión”.

10.02.10. Carlos Gamerro, La aventura de los bustos de Eva: “-Perdoname, Paddy, pero… ¿Me podés explicar qué hacés acá? –Me estoy prltrzndo- dijo entre dientes. -¿Qué?- gritó Marroné - ¿Te estás problematizando? –Proletarizando – escupió exasperado Paddy-. Me estoy haciendo proletario. –Pero por qué ¿tu familia cayó en la ruina? – No, no. Con ellos ya no me hablo. Es una decisión personal, entendés, un renunciamiento. Una opción por los pobres. -¿Te hiciste cura? – No. Peronista”.

27.02.10. Truman Capote, Otros ámbitos, otras voces: “Cuando volvió a mirar, la mula, colgada de una viga por las cuerdas que hacían de riendas, enrolladas alrededor del cuello, se balanceaba en el aire; sus ojos enormes como lámparas, encendidos por el fuego de la antorcha, estaban dorados como el rostro impasible de la muerte, la figura que había en el fuego”.

09.03.10. Ricardo Piglia, Respiración Artificial: “Empezó a identificar la patria con su vida, tentación que está latente en cualquiera que tenga más de 3000 hectáreas en la pampa húmeda”.

15.03.10. Sam Shepard, El gran sueño americano: “Dice que las noticias son todas mentiras y que la razón por las que son tan populares es porque se venden a sí mismas como verdad única, y la gente se las cree porque prefiere creer en una mentira”

21.03.10. Hanif Kureishi, Mi hermosa lavandería: “Lo que esta escoria necesita (y pisa el embrague, cambia de marcha y pisa el acelerador) es probar un poco de su propia mierda”.

30.03.10. Amélie Nothomb, Cosmética del enemigo: “No hay nada en el mundo más incomprensible que los rostros o, mejor dicho, algunos rostros: un conjunto de rasgos y de miradas que, de pronto, se convierte en la única realidad, el enigma más importante del universo, que uno contempla con sed y con hambre, como si un mensaje superior estuviera escrito en él”.

17.04.10. Pedro Almodóvar, Patty Diphusa: “¿Cómo es posible que un simple KILO de LANGOSTINOS me emocione tanto como a meril streep interpretar el personaje de una turca?”

26.04.10. María Negroni, La Anunciación: “Estoy cansada, Humboldt. Si me regalaras un compás, tal vez vería la muerte con todas sus luces, sus nichos vacíos. Treinta mil. Entonces suprimiría de una vez por todas Roma, y pondría sobre lo que vivimos, lo que olvidamos, lo que tal vez (quién sabe) estoy matando ahora, en este mismo instante, Humboldt, un enorme pliego blanco que lo purifique todo. Es muy largo volver. Es muy largo dar con la verdad de las cosas. No sé desde qué cuerpo te recuerdo. No puedo perdonar tu muerte, que yo misma inventé.”

VV AA, Los días que vivimos en peligro.

29.04.10. Italo Calvino, El barón rampante: “Se conocieron. El la conoció a ella y a sí mismo, porque en realidad no se había conocido nunca. Y ella lo conoció a él y a sí misma, porque aún habiéndose conocido siempre, nunca se había podido reconocer así”.

Martín Kohan, Ciencias Morales.

VV AA, Otras historias de amor.

03.05.10. Fabián Casas, Veteranos del pánico: “Han cambiado los tiempos. El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un cross a la mandíbula. Así, un libro tras otro, y que los eunucos bufen”.

04.05.10. Mariano Blatt, El Pibe de Oro: “El Pibe de Oro dice que por cuatrocientos pesos me dice que me quiere. Yo le digo que está bien”.

05.05.10. Rodolfo Fogwill, Un guión para Artkino: “¡Camaradas de la Sociedad de Escritores manos a la obra! ¡A producir y producir para agigantar la obra del socialismo y vengar en la carne de los enemigos de la victoria todos y cada uno de los sufrimientos de nuestro padre y maestro el gran Jorge Luis Borges!”

07.05.10. Alejandro Jodorowsky, Las ansias carnívoras de la nada: “Es posible que vayamos a nacer o que estemos almacenados para que nos devoren… Lo uno o lo otro nos da igual siempre que algo pase, un acontecimiento que nos saque del pozo sin fondo de las palabras, que nos haga caer en la raíz violenta de la carne”.

11.05.10. Walter Lezcano, Partes de guerra – Una temporadita en TP: “La onda es intervenir. Tratar de contaminar algún espacio, por más pequeño que sea, para no sentir que mi destino lo escriben otras personas. De eso se trata escribir, de eso se trata la literatura. Y también la docencia”.

13.05.10. David Viñas, Las buenas costumbres: “Un buen dolor hace el amor más puro”.

15.05.10. César Aira, El Cerebro Musical: “Como una sacudida, como si despertara de un sueño, la Enana abrió las alas cuan largas eran, y de un solo clap se elevó varios metros; otro aleteo, y giraba, otro, y tomaba velocidad, y ya estaba volando, como un pterodáctilo”.

20.05.10. Washington Cucurto, El amor es mucho más que una novela de 500 páginas: “¡Rápido, alguien que salte al teclado y comience a escribir nuestras vidas que si se detiene la letra estamos muertos!”

21.05.10. Martín Rodriguez, Paniagua: “¿Sabés que tuve un sueño con vos? –Sí, ¿cómo fue? / Era igual que ahora. Pero duraba más. / Sin sombras. / Yo también tuve un sueño con vos –se anima a confesar. / ¿Y cómo es un sueño conmigo? / Tiene una velocidad centrífuga. Te abre en círculos / Y casi como si no existieras es soñar con vos”.

22.05.10. Roberto Bolaño, Una novelita lumpen: “Si fueras un automóvil, ¿qué marca te gustaría ser? Un Fiat de carne”.

29.05.10. Ioshua, Loma Hermosa: “Te lloraría bien piola, como un macho posta”

31.05.10. Martín Kohan, Los Cautivos: “Contar bien es como cagar bien. Ni muy blando ni muy espeso. Mejor de un tirón que tardando. Mejor sueltito que con trabajo”.

06.06.10. Amélie Nothomb, Biografía del Hambre: “Por hambre yo entiendo esa falta espantosa de todo el ser, ese vacío atenazador, esa aspiración no tanto a la utópica plenitud como a la simple realidad: allí donde no hay nada, imploro que exista algo”.

15.06.10. Marco Denevi, Rosaura a las Diez: “La gente instruida es tan mala como la ignorante, sólo que con más argumentos”,

07.06.10. César Aira, Varamo: “Cada una en su ámbito, indirecto libre y dinero son la causa que fluye sobre o bajo las demás causas”.

21.06.10. Juana Bignozzi, Poesía reunida: “Si toda vida es referencia a nuestra vida/espero dejar una palabra/ que ampare a alguien/ en estas tardes inhóspitas de recuerdos”.

30.06.10. J.D. Salinger, Nueve Cuentos: “Siempre nos damos cuenta demasiado tarde, pero la diferencia más notable que existe entre la felicidad y la alegría es que la felicidad es un sólido y la alegría es un líquido”.

05.07.10. Roberto Arlt, El Juguete Rabioso: “Busco un poema que no encuentro, el poema de un cuerpo a quien la desesperación pobló súbitamente en su carne, de mil bocas grandiosas, de dos mil labios gritadores. A mis oídos llegan voces distantes, resplandores pirotécnicos, pero yo estoy aquí solo, agarrado por mi tierra de miseria como con nueve pernos”.

13.07.10. Italo Calvino, El Vizconde Demediado: “Cada encuentro de dos seres en el mundo es un despedazarse”

15.07.10. Roberto Arlt, Los Siete Locos: “-¿Dónde vas? El se echó a cuestas el sobretodo; después inclinándose sobre la cama de la mujer, exclamó: -¿Sabés adónde voy? A un prostíbulo, a buscarme una sífilis-”

07.08.10. Leónidas Lamborghini, La experiencia de la vida: “Lo importante, les enseña ese critino, es sangrar lenguaje”. / “La pelotudez es un Sol que, como el Sol, mantiene con vida al mundo. ¿Quiere mayor pelotudo que al Astro Rey quemándose y quemándose para darnos vida? Astro Rey pelotudo”.

10.08.10. Marcelo Cohen, El sitio de Kelany: “Se sabe que no hay carnada como el amor, por más que sea un amor de horizonte angosto”.

13.08.10. Nathan Englander, Ministerio de Casos Especiales: “No tenés que cruzar ningún océano, no tenés que conquistar ningún país. Tenés que hacer una sola cosa: recuperar a tu hijo. ¿Querés vengarte? Entonces imitá a Juan Perón. Eclipsá tu némesis ficticia. No solo el cuerpo, Kadish. Recuperá a tu hijo con vida”.

14.08.10. Mario Bellatín, Damas chinas: “Luego de terminar de contar esa historia, la anciana de la corona le hizo al niño la confidencia de que nunca había podido tener hijos. Era la razón verdadera por la que le había molestado ser confundida con la virgen”

18.08.10. Fabián Casas, Los Lemmings y otros: “La primera noche Carlos se durmió pensando a quién le hacía acordar la cara del chico. Y se sonrió cuando descubrió que el pelirrojo era igual al muchacho que aparece dibujado en los alfajores Jorgito”.

27.08.10. Oliverio Coelho, Los Invertebrables: “Y una mujer comienza a amar a un hombre cuando intuye que podría haber parido a una criatura así de espeluznante”.

06.09.10. Jean Genet, Pompas Fúnebres: “(Hasta ahora he hablado de un muerto, es decir, de un dios o un objeto, pero, cuando estoy a punto de presentar al ser vivo, cuando estoy a punto de repetir sus palabras, de describir sus gestos, de oír de nuevo sus entonaciones, me entra el pánico, no porque tema no acordarme bien y traicionar a Jean, sino porque, por el contrario, estoy seguro de recordarlo con tal fidelidad que es posible que acuda a mi llamada. Si las cincuenta páginas anteriores son un discurso acerca de una estatua de hielo, al pie de un dios insensible, las líneas siguientes están destinadas a abrirle el pecho a ese dios, a esa estatua, para liberar a ese chiquillo de veinte años. Estas líneas son la llave que abre el sagrario y muestra, al fin, el pan, y los tres golpes que se dan en el teatro para anunciar que se va a levantar el telón son la misión apenas estilizada de los latidos de mi corazón antes de hacer que hable Jean.)”

07.09.10. Alejandro Zambra, Bonsái: “¿Qué sentido tiene estar con alguien si no te cambia la vida?”

08.09.10. César Aira, Mil Gotas: “China: el gran rompecabezas neuronal de la humanidad”

13.09.10. Italo Calvino, Las Ciudades invisibles: “Uno llega a un momento de la vida en que de la gente que ha conocido son más los muertos que los vivos. Y la mente se niega a aceptar otras fisonomías, otras expresiones: en todas las caras nuevas que encuentra, imprime los viejos calcos, para cada una encuentra la máscara que más se adapta”.

22.09.10. Ricardo Piglia, Blanco Nocturno: “Basta un brillo fugaz en la noche y un hombre se quiebra como si estuviera hecho de vidrio”.

27.09.10. Juan José Saer, Lugar: “Si el conocimiento tiene un límite, es porque los hombres, adonde quiera que vayamos, llevamos con nosotros ese límite. Es más: nosotros somos ese límite. Y si vamos a Marte o a la Luna, no cambiarán en nada, pero en nada, la extensión de nuestra ignorancia”.

13.10.10. Cristian Alarcón, Si me querés quereme Transa: “-Compadre, le voy a pedir un favor. –Claro, Teodoro, dígame nomás. –Que cuando venga usted, me traiga una revista. – Claro, cómo no. ¿Qué revista? – Cualquiera, compadre, nomás tiene que tener fotos de Luciana Salazar”.

30.10.10. C. E. Feiling, Los Cuatro Elementos, tres novelas y un bonus track: “-Este es un país inventado por escritores que hubieran querido ser militares. Pero la persistencia en el error cansa… Dios me libre de un gobierno que envía poetas a esclarecer crímenes e inspeccionar prisiones”.

10.11.10. Antonio Tabucchi, Los tres últimos días de Fernando Pessoa: “La vida es indescifrable, respondió Pessoa, nunca hay que creer, todo está oculto”.

15.11.10. Fabián Casas, Boedo: “Tratando de sepultar la narración de nuestros padres / se va la adolescencia”.

16.11.10. Leónidas Lamborghini, El Solicitante descolocado: “¡Y hagamos antorchas/ compañeros!/ gritó la mujer que iba al frente/ Y lo que esas antorchas/ alumbran alzándose en su luz/ “es la toma/ del poder”/ balbuceó el Buen Idiota/ “y también/ cuando metimos las patas el poder/ en las fuentes de la Gran Plaza”/ dijo mirando a los adictos”.

18.11.10. Alan Pauls, Historia del llanto: “Eso quisiera él, eso más que cualquier cosa en el mundo: que leer fuera lo único que ocupara todo el espacio del presente, que todas las cosas que suceden en el planeta en un mismo punto del tiempo fueran de algún modo tragadas al unísono por la acción de leer”.

Roberto Bolaño, 2666.

26.11.10. Alejo Carpentier, El recurso del método: “Mira: a Juana de Arco la quemaron de diecinueve años, porque si llega a tener treinta se hubiese acostado con el Rey de Francia, y habría conseguido lo mismo que consiguió, negociando con los ingleses, sin morir en la hoguera…”

04.12.10. VV. AA., Metáforas de la Argentina en veinte piezas teatrales: “¿Qué metáforas de la Argentina construye ese conjunto de escritos que llamamos dramaturgia nacional? ¿cuál es su dimensión social y política, si consideramos al teatro argentino como un acontecimiento político?”

16.12.10. María Negroni, La Anunciación: “ ¿Pero a qué cuerpo me refiero? No es lo mismo el cuerpo transformado en cuestión de estado, que el cuerpo al que se le aplica el adjetivo despampanante, que el cuerpo ignorante de sí mismo, que el cuerpo escrito que se volvió distancia, que el cuerpo ético, cívico, deportivo, piadoso, vencido, agitador, cínico, irritado, alegórico, furioso, que el cuerpo ya nada, cayendo silencioso al río.”

22.12.10. James Joyce, Los exiliados: “Preocuparse por el futuro es destruir la esperanza y el amor en el mundo.”

.

martes, 14 de diciembre de 2010

La buena comunicación.

.
Hoy estuve solo todo el día. De hecho, ni siquiera hablé con nadie.
Me fui a la plaza a leer un rato, sentado en uno de los banquitos verdes de plaza congreso, frente a la fuente. Cerré el libro cuando un nene de dos años se me acercó por detrás, intentando cruzar la reja que separa el parque de los caminos de piedritas naranjas. Se ubicó debajo de mi banco y fue armando puchitos de piedras, que dejaba sobre el banco, metiendo la mano entre las maderas verdes. De abajo me miraba, sonriéndose, en cuero y con las patas sucias, la cara llena de mocos. Cuando terminó de armar los piloncitos de piedras se subió al banco y comenzó a tirarlas, creo yo que a las palomas, que, mucho más rápidas que sus movimientos, volaban furiosas apenas el nene levantaba el brazo. De a poco fui agarrando piedritas y tirando con él, que me señalaba la dirección a la que tirar. Hablaba en su propio idioma mientras señalaba todo lo que lo rodeaba, como si me lo estuviera presentando, como si yo fuera el invitado que no conoce el mundo, al que hay que explicarle que existen las palomas y las piedras, y que son indisociables. Después bajó y dijo, sorprendido, las primeras palabras de mi día: “Miá to”, y me estiró la mano abierto que tenía un botoncito rojo. Estaba más que feliz con el descubrimiento, pero le duró sólo unos segundos. Al rato yo le dije: “mirá”, y le mostré una bandada de palomas que se nos acercaba a vuelo rasante y que casi nos despeinan. El estiró las manos como para tocarlas y yo pensé en lo divertido que es ver el cielo en movimiento, ya sea con las palomas, los aviones, las nubes, o los fuegos artificiales. Celeste, mi amiga, cuando era chica, estaba convencida de que había un día al año en que el cielo se llenaba de cosas: globos aerostáticos, suelta de palomas, helicópteros, zeppelines, barriletes, y que era como una fiesta nacional. Estuvo convencida de eso hasta mediando la adolescencia, y se preguntaba por qué nunca había podido verlo. Estaba segura de que iba a llegar un día en el que saliera al balcón y viera todo cielo manchado de colores y movimiento.
En el parque jugaba una señora con su pastor alemán, que tanta cara de buenos tienen, y el nene, siempre medido en sus emociones, se puso a observar la ida y vuelta del perro con el palo. Mis movimientos dejaron de atraerle, superados por la agilidad del perro, que después de mirar fijo a su dueña exigiéndole seguir con el juego, disparaba hacia donde ella arrojaba el palito. El perro saltó la reja y el nene alucinó con ese salto, abriendo la boca de sorpresa. Sé que quiso imitarlo y, muy trabajosamente, con los movimientos calculadísimos, con su cuerpito minúsculo, cruzó la reja nuevamente, entrando al parque, mojándose las patas sucias, y me dejó sentado en el banco verde, frente a la fuente, volviendo a retomar la lectura.


.

martes, 7 de diciembre de 2010

Clases de Lengua y Literatura

.
“Bueno, qué puedo decir, aprendí mucho más que el año pasado, aprendí conceptos, incluso hasta me gusta sacar frases de los personajes de las novelas. Me divertí mucho este año, mejor que el año pasado, usted me entiende, siempre tan buena onda usted, hay poca gente así, siéntase orgulloso de eso”.
“Sé que cuando alguien me pregunte qué es el Estado de Alienación, lo voy a poder explicar”.
“Ya termina este año en el cual viví muchas cosas. La escuela como siempre un bajón terrible, hasta que llegaron las clases de lengua con usted. La verdad, lejos, el mejor tema fue el existencialismo. Es impresionante cómo me sentí identificado con ese tema. Pero sobre todo fue el valor que le puso a cada clase. Así que siga igual, profe. Es un profesor genial y una excelente persona. Suerte en su vida y si está el año que viene me gustaría que usted me diera la medalla”.
“La verdad me gustaron mucho sus clases. Estuvo bueno cuando nos dijo que podíamos cambiar el mundo. Te re banco, loco”.
“A mí me gustan sus camisas (y esa chomba)”
“Me gustó este año encontrar un profesor en el cual se podía confiar, aprender y también leer cuentos entretenidos, entre otras cosas, en las cuales se destacaba el silencio cuando él narraba algo”
“Me gustaron textos que leía y las películas que vimos, además de que me pareció interesante la materia ya que no la entendía muy bien y gracias a sus enseñanzas pude comprenderla”
. Muy buenos los libros menos La vida es sueño, fue bastante difícil de leer. Pero como profesor muy bueno”
“Aprendí a ver las cosas desde otro punto de vista”
“Estuvo bueno mirar pelis. Me gusta usted”
“A mí me gustaba cuando nos leía textos, porque se quedaban todos en silencio y se podía escuchar e interpretar lo leído”
“Me llevé la materia, pero estuvo bueno”
“Me caía bien porque escuchaba a Lisandro Aristimuño. Pero me llevé la materia a diciembre”
“Me gustó el buen trato profesor-alumno. Creo que es fundamental la buena comunicación y este año se cumplió muy bien, es un aspecto que está bueno, y lo pongo a favor. Otro punto a favor es que nos dio el espacio para poder hablar sobre temas ajenos a la materia, y su buena predisposición para ayudarnos. Gracias!!”
“Lo que más me gustó y me pareció muy buen tema para analizar y evaluarlo o razonarlo entre todos, fue el existencialismo. Me gustó mucho ya que me sentí tocada con ciertas cosas en ello (la creación de los propios valores, hacerse responsable de uno, la angustia, etc) Además se notó que este tema le gusta mucho porque puso más énfasis, en los demás temas también, pero en este se notó más, en la explicación. Sinceramente no tengo ninguna crítica con su trabajo, me pareció muy diverso y, lo que nunca me había pasado en lengua, la clara relación entre los temas”.
.

lunes, 6 de diciembre de 2010

El agua.

.
Andando en bicicleta por Haedo me viene a la memoria una imagen desterrada hace años. 23, para ser más preciso.
Es la primera vez que viajo sin mis viejos, me voy con una cantidad inmensa de pibes que no conozco a Córdoba, de paseo. Lo recuerdo bien ese viaje: las habitaciones inmensas repletas de catres, la música atronadora que nos despertaba por la mañana (villancicos españoles), el lavado de dientes en el agua fría del río que pasaba por detrás del complejo, cuando nos perdimos yendo a una caída, extrañar demasiado a mis viejos, el paseo por Villa Carlos Paz, el chico que fue agujereado por un enjambre de avispas, las competencias tirando piedras, un murciélago muerto, la fiebre y el dolor de panza que me hizo dietar con membrillo durante días.
Lo que recordé andando en bicicleta volvió de a poco, como si hubiera comenzado espiando por el pliegue de un cortinado que fuera corriéndose poco a poco: hay una pared de concreto con manchas de verdín; adelante, un riacho en el que juegan varios nenes; en la orilla, enfrentando la pared y el río, yo estoy sentado, sucio y con calor, contra un árbol. No sé qué me habrá decidido a tirarme al agua. No el calor, seguramente, sino intentar imitar la alegría que veo en los chicos que nadan. Creo que antes de tirarme escucho alguna advertencia. Una vez dentro me doy cuenta de que no hago pie, ni creo que lo vaya a hacer hasta varios metros más abajo. Entonces me sumerjo y conquisto la imagen: al abrir los ojos debajo veo, por primera vez en la vida, el agua verde. Estoy, de repente, atravesando lo verde y mis ojos se asombran, como si estuviera dentro de una gelatina de manzana. El verde es brillante, por la luminosidad del día que se cuela a través del agua. Habré sentido lo que después uno puede pensar como el impacto de la belleza, pero sin pensarlo, sin ninguna predisposición ni ánimo enciclopedista, ni siquiera intentando recordarlo como foto de viaje. Era ese agua verde, por primera vez, la única realidad en la realidad pero fuera de ella. Las imágenes descubiertas a esa edad se asimilan tan rápido como dura el impacto; las ansias de conocer superponen y esconden, transforman y desdibujan. Tal vez por eso el recuerdo del agua verde se haya disimulado tan rápidamente. La única pregunta que me hago es: ¿por qué andando en bicicleta por Haedo, cerca de las vías del tren, atravesando una calle de tierra llena de chicos jugando, con Román guiándome, después de 23 años, esa imagen me sorprende, me trastorna el ánimo, me hace sentir un pibito de 9 años, medio solitario y sucio, de nuevo?

.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

La Cara.

.

De un tiempo a esta parte me tomé la nada sana costumbre de ir leyendo por la vereda. Siempre me digo: "un párrafo más, un párrafo más...", y así llego a casa, desde la salida del subte, cabizbajamente. La cuestión es que hace unos días, entre párrafo y párrafo, levanté la cabeza para no chocarme con el banquito del tipo que lustra zapatos en Avenida de Mayo, y mi mirada se cruzó con la de una chica que iba en sentido contrario. La reconocí de algún lugar, con su gesto, sus dientes. Pero ya era tarde para volver atrás -los pasos se fugan rápido cuando se quiere volver a casa- y además no hubiera sabido qué decirle. Intenté recuperar su imagen adecuándola a algún ambiente conocido, pero no hubo caso. Sólo podía verla llorando. Le cambié miles de escenarios detrás de su cara, pero en ninguna encajaba. La única imagen persistente era la de sus dientes sorbiendo un llanto exagerado. Tengo que confesar que todavía hoy estoy obsesionado por encontrarle lugar a esa cara desesperada. Se me aparece cada dos por tres, y cada vez es más fuerte la sensación de que la conocí en un momento traumático. Para ella, por lo menos, que tanto lloraba.

.

martes, 31 de agosto de 2010

Click III




¿Qué será de la vida de Charli? ¿Seguirá en el exilio?

.

martes, 20 de julio de 2010

La cajita feliz.


.

El viernes voy al club Atlanta. Llego solo, no conozco a nadie. Doy unas vueltas por el club: paso por la barra del bar, paseo por las mesas en donde venden libros, muñecos, cuadros, fotos, hasta cajitas de fósforo decoradas. Lo inútil, que le dicen. Paseo un rato más, emponchado y esquivando las ráfagas de viento congelante que se cuelan por los vidrios rotos, debajo de las gradas de las tribunas. Cuando me detengo a mandar un mensaje, un tanto inmovilizado por las capas y capas de abrigo, un nene de unos 4 años se me para adelante, y me observa. Me mira serio, con una cajita feliz de Mc Donalds en las manos. Dejo el mensaje por la mitad y lo miro, un tanto intimidado. “¿Me cerrás la cajita?”, me pregunta. Tardo algunos segundos en reaccionar hasta que agarro la cajita e intento cerrarla. El nene me mira interesadísimo mientras yo le digo que es un sistema muy difícil, que no lo entiendo, y que además tengo el celular en la mano. Él no dice nada, sólo mira el movimiento de mis dedos manipulando las solapas de la caja. Como veo que le gusta verme con su cajita, me hago el que todavía no sé cerrarla, la doy vuelta varias veces, quedo como tonto y él se ríe. Cuando termino le digo que fue ardua la tarea, que pensé que no iba a poder hacerlo. Y como si su vida dependiera de eso, me mira un rato, bien fijo, y me tira un “graziaz”. Se va como llegó, pero dejándome con el celular colgando entre los dedos fríos.

.

Refranes.

.

Mi vieja y una amiga, en una reunión familiar, hablan sobre la salud de Cerati. Muy acongojadas tiran pronósticos, y se las arreglan como para que a uno le parezca que el cantante es parte de la familia. Todos escuchamos atentamente, alrededor de la mesa. “Parece que le pusieron un canción suya y le cayó una lágrima”, dice mi mamá. La amiga, que no puede estar más compenetrada en sus palabras, y que realmente siente la desazón, asiente afligida. Mi mamá intenta explicar: “Y claro, dicen que lo último que se pierde…”, “Es la esperanza”, completa la amiga, en yuxtaposición perfecta. “Mmmm, no –responde mi vieja- es el sentido auditivo…”
Frente a la carcajada general la amiga de mi vieja confiesa que siempre tuvo debilidad por los refranes populares.

.

jueves, 24 de junio de 2010

Lo que vos no viste.

.

Vos no viste al pescador serruchándole la espina al pescado. Tampoco las escamas saltando por el aire, hasta la arena. No viste al pescador terminar de arrancarle la cabeza a ese pescado, para tirarla en el latón lleno de moscas. Te habías ido en bicicleta. Yo vi la choza del pescador y la balanza sucia. Vi la boca gigante, semiabierta, del pescado, moviéndose apenas ante cada golpe de serrucho. No cerraba los ojos, el pescado, como expectante. Oí el crujido de la espina rota, y después el quiebre, mientras te veía ya de lejos, en la bicicleta.

.

viernes, 11 de junio de 2010

En espera.

.

Bajo a la estación Loria, línea A. Son las 6 y 10 de la mañana y voy encapuchado, con la cabeza baja, intentando sacarme el sueño y el frío con golpes fuertes de los zapatos. Apenas hago los primeros pasos por el andén me resuena una voz monótona, cansada, pero que no para. Me saco la capucha y veo, parado sobre la línea amarilla, a un policía de panza y bigote, con mucha cara de dormido, hablándole a tres obreros sentados en un banco, con mochilas y pantalones con manchones de cal. Los tres lo miran como sorprendidos, pero no emiten palabra. El policía les habla sobre las medidas de seguridad, como una azafata, moviendo los brazos para los costados, mostrando las salidas. Recita frases archigastadas sobre la inseguridad y las medidas a tomar, siempre en el mismo tono monocorde; parece que los mira, pero no ve a nadie. Detrás de los anteojos se le ven los ojos rojos de sueño, y pareciera que habla sólo para no dormirse. Estoy por seguir camino cuando lo escucho decir: “… como dice el Libro de las Verdades”, y me detengo porque pienso que va a hablar sobre algún manual de instrucción para policías, y eso puede divertirme. Pero continúa: “… dejad que los niños vengan a mí”. Ahora sí veo que los tres sentados se pispean de reojo. “Si ven niños durmiendo en las estaciones, denúncienlos, que estamos para cuidarlos”, concluye. Recita teléfonos, y pide que confiemos en las fuerzas de seguridad, que trabajan para la ciudadanía. Viene el subte, va entrando en la estación, y el policía no se mueve de la línea amarilla. El tren pita la bocina antes de rasparle la gorra negra. Y se escucha una puteada que se aleja rápida. Los tres oyentes se levantan y suben, despacio, como si no quisieran alterar el orden de la mirada del otro, que sigue con la vista fija en el banco; el policía sigue imperturbable en la misma posición, rígido, autómata, a la espera.
Yo miro por la ventana mientras el subte se aleja: está solo en el andén, sobre la línea amarilla, moviendo los brazos hacia las salidas.

.

jueves, 13 de mayo de 2010

Oniria.

.

Me subo a un barco viejo, descascarado, con manchas de moho en las paredes, los vidrios rotos. Hace mucho calor. Camino por los pasillos esperando encontrar alguien conocido; sé que hay gente que yo conozco, pero no sé quiénes todavía. Entro y salgo por compuertas rotosas, como si fuera un túnel del que de repente salgo para ver el paisaje por el que atravesamos. Y el paisaje es selvático, puedo ver la espesura verde a los costados, el agua amarronada; un conjunto que me suena amenazante. La gente va y viene enfundada en toallas, y aprovecha las duchas de la cubierta que cuelgan como ramilletes oxidados y chorrean agua constantemente. Me siento dentro de una película norteamericana, under, de los años setenta, recorriendo el Missisipi, bajo una amenaza latente, inidentificable todavía. Hay silencio, no escucho nada en casi todo el sueño.Todo está ralentado: el trayecto lento del barco y la espesura que apenas se mueve; la gente que camina; la gente que se ducha con movimientos mínimos; mi andar por los pasillos interminables. Al pasar una de las compuertas encuentro gente sentada en pequeños bancos de madera, envueltos en toallas, y la luz entra sucia por los ventanales, por los vidrios amarronados de mugre. Me siento con ellos hasta que tres chicas exigen al grupo volver a cubierta para bañarse en el río. Vamos todos y yo quedo segundo en la fila; adelante mío la chica se saca la toalla y queda en bikini, dispuesta al chapuzón en esas aguas que ahora veo demasiado marrones, como de pantano. Seguimos camino por unos pasillos estrechos, como si fueran puentes colgantes, que terminan lamidos por el río, como si desaparecieran. Ella pisa una de las primeras maderas de ese puente y el puente se hunde un tanto, haciendo brotar el agua marrón por debajo, entre las hendijas de las maderas. Como un bote que se hunde el puente va cayendo lento. Yo estoy segundo y ella va desapareciendo tragada por el río. Alguien grita. Y entonces veo cómo un cocodrilo muerde con su mandíbula a la chica que se está hundiendo. Me meto al agua e intento agarrarla, la tomo de un brazo, y tiro, pero la presión del otro lado es demasiado fuerte. Giro la cabeza y veo justo a mi lado el ojo de otro cocodrilo. Muy lento me muerde el otro brazo. Yo pienso que no puedo morirme, menos comido por un cocodrilo, que seguramente voy a salvarme. Sería demasiado ridículo, eso pienso. Suelto a la mujer e intento zafarme, pero veo varios cocodrilos que se acercan lentos hacia mí. Ahora me muero, pienso. Me van a comer. Y de repente me tiran para abajo. Y todo sigue siendo lento, sin miedos, inevitable.

.

lunes, 3 de mayo de 2010

La Checha dice:

.

Checha dice:
CEMENTERIO DE ANIMALES
cuando uno vuelve con los ex es asi...posta...parece tu novio, se ve igual..pero es malo y quiere comerte el cerebro

.

sábado, 1 de mayo de 2010

Celular de Celeste.

.

SMS
"Qué rica es la cerveza negra, me recuerda a la malta que tomaba cuando las amamantaba... Por eso salieron tan lindas, tan inteligentes y con tan buena dentadura!! Bye!"

De: mamá
Fecha: 30/04/10
.

domingo, 25 de abril de 2010

Escena.

.

La escena, de tan trivial, desaparece en el mismo instante en que la veo. Tardo un tiempo en recuperarla, mientras subo al tren: desde abajo del andén, cerca del puesto de hamburguesas, el Polaco, el loquito de la estación que putea y grita agitando brazos y piernas, se detiene un momento, paralizando su euforia, para devolverle la mirada a la nena que, asustada, lo observa desde arriba. El la mira fijo, a la nena, quieto, muy quieto, mientras saca una moneda de su vaso de plástico y se la ofrece, estirándole la mano, sin sacarle nunca la vista de los ojos. La nena se asusta y llora, corre a meterse entre las tetas de la madre, que no entiende nada, y el Polaco, mientras vuelve a poner la moneda en el vaso, se vuelve a la boletería, gritando y golpeando los pies contra el suelo.

.

martes, 13 de abril de 2010

Ultima entrada a Reta


.
Alquilo una bicicleta y me voy para el sur. Una California Beach Commander violeta, livianísima. Lo tengo planeado desde el principio, desde que del micro pude ver esos campos de girasoles y esas arboledas tan desordenadas. En realidad lo tengo planeado desde mucho antes, ese perderme solo, por el campo. Una tarde, hace muchos años, en Buenos Aires, un amigo me mostró fotos de sus vacaciones y de una caminata acalorada por la llanura, y lo envidié. “Un calvario”, recuerdo que me dijo. Entonces llegué acá con esa idea fija: calor, transpiración y pasto. Lo único que tuvieron que decirme para que me convenciera de venir a Reta fue eso: “playa, y del otro lado, todo campo”. Ahora lo compruebo y noto que el paisaje pareciera que fue cortado a cuchillo: hacia un lado se extienden los médanos y el mar verde; hacia el otro un campo extenso y mudo. Enfilo entonces hacia allá con mi Beach Commander, camino a Copetones.
Me gustaría saber el nombre de los árboles, pero sólo reconozco a los álamos y eucaliptos. Voy por caminos de tierra hasta la salida de Reta, pero a partir de ahí el camino de ripio es imposible, un serrucho interminable me bate los sesos. Tomo entonces un camino que sale en diagonal a la ruta, cruzando campos bajos, sin sombras. Sigo derecho hacia no sé dónde, pero hacia el sur, estoy seguro. Después de un tiempo ya no veo nada en el horizonte: ya llegué, pienso.
Sigo pedaleando muchos, pero muchísimos minutos más y me detengo: ¿Sigo?
Sí, claro que sigo, por lo menos hasta que ese verde, silencio y tranquera me inmoviliza. Y me inmovilizo porque comienzo a sentir cierta intensidad, casi como si el camino fuera un nervio expuesto que en cualquier momento puede cortarse como un resorte. Tal vez hace mucho calor, y tanto silencio me perturba, porque me doy de cuenta que no se escucha nada, ni agitación de los pastos ni pájaros, lo más extraño. Me siento unos minutos en el camino, extrañado ante tanta estabilidad. Estoy dentro de una fotografía, pienso. No hay viento, carajo, y alguna que otra ave corta el cielo, muda. Decido seguir un poco más, así que me vuelvo a calzar la mochila y sigo pedaleando, sin rumbo. Sigo sin ver nada ni lejos ni cerca.
Giro entonces en un camino que se abre, minúsculo, bordeado de tranquera vieja. Pedaleo con fuerza entre pastos amarillos y me detengo nuevamente. A mi costado cuatro lechuzas, cada una parada en un palo de tranquera diferente comienzan a gritarme. Con sus cabezas vueltas hacia mí no cejan en el grito y aumentan a cada segundo el volumen. Veo que se acercan teros, corriendo desde no sé dónde y se unen a la gritería de las lechuzas.
No entiendo nada. De un minuto a otro todo vive -como un engranaje que recomienza su movimiento- y siento como si hubiera cruzado un espacio vedado, y me lo tuvieran que hacer ver. Entonces llega la amonestación del viento, que comienza a sonar violento junto a un cielo que se tapa de nubes. Huyo, para apartar el sortilegio. Pedaleo fuerte contra el viento, intentando reestablecer el equilibrio. Me persiguen los gritos ya débiles de los teros y las lechuzas, casi como si fuera una puteada que te rajan a lo lejos. Después de uno minutos, mientras la tranquera va desapareciendo de mi vista, el viento se calma, como si ya hubiera cumplido con su deber.
Comienzo a modelar pensamientos grandilocuentes: mierda, pienso, llegué, si no al corazón, al costillar de la naturaleza, a ese lugar que se esconde entre los repliegues del paisaje para pasar inadvertido, y para que nadie se detenga a indagar.
De vuelta a Reta evito los caminos que se abren de mi senda, dudosos. Al llegar al pueblo la gente me saluda, y todavía me pregunto con quién me confunden. Paso la gruta de los ahogados, el hotel viejo y la plaza tapada de hojas secas hasta llegar, por fin, al camping que cercan los médanos naranjas de esta hora de la tarde. Las chicas duermen siesta y me pongo a quemar unas ramitas para el agua del mate.

“Pasaste cerca de un nido”, me dice Rosaura, horas más tarde, lapidaria.

.

sábado, 20 de marzo de 2010

SMS

.

Qué mal canta Madonna! Qué injusto es el mundo!
De: Cele
Recibido: Jue 04/03/10

En un banco del andén dice: Patineta o muerte!!!
De: Cele
Recibido: Sab 27/02/10

Bienvenido a la tierra de Macri!
De: Alex
Recibido: Lun 08/02/10

En navidad todas las treintañeras con rulos se los embadurnan con crema de enjuague y entran sosteniendo una fuente con ensalada rusa
De: Mariano
Recibido: Vie 25/12/09

.

viernes, 12 de febrero de 2010

1992, Puerto Piramide.


.

Con la mudanza aparecen cosas inexplicables. Entre ellas una libretita ACME, de 40 hojas. Después de varias hojas escritas por mi prima, leo:

“Hoy es 13/11/92 y acabo de pasar la semana más feliz de mi vida.
La semana pasada fui con mis compañeros de colegio a Península Valdéz, Chubut, y desde el vamos estuvo perfecto.
El viaje de ida fue buenísimo, nos divertimos como nunca, Gonzalo llevó su guitarra y nos la pasamos cantando. Después nos pasaron una película “FX 2”, pero casi en el final me fui atrás con los chicos, porque estaba con María Noel y Mariela adelante, y Melgarejo estuvo payando.
Paramos en un restaurante casi a la 1 de la tarde y comimos, yo me quedé con Eduardo. Después a la noche volvimos a parar y María Noel me pagó un café, el restaurante se llamaba “El Cholo” y tenía una pantalla gigante donde pasaban “Grande Pá”. Estuvimos esperando como dos horas porque el micro se había roto. Nos quedamos sentados en el borde de la salida del restaurant, después fuimos a una calle que estaban haciendo.
Mariela me contaba cómo se veía con lentes de contacto.
Habremos dormido unas tres horas y nos despertamos, estuvimos jodiendo, y llegamos a Puerto Pirámide, era un paraíso, bajábamos por la ruta como en un pendiente y había una confusión de sierras y mar, era increíble.
Bajamos, buscamos lugar y ya nos desesperábamos por ir al mar. Habremos llegado a eso de las 11, y el Negro nos dijo que bajáramos y armemos las carpas. Teníamos planeado armar carpa con Cristian Benítez, Pablo Roel, Juan Pablo Moure, Pablo Letiz, Oscar Amoza y yo, pero estaba también Caride y no sabíamos qué hacer, entonces cuando vimos que no entrábamos Pablo, Juan Pablo y Oscar armaron otra carpa cerca nuestro, y nuestra carpa quedó con Pablo Roel, Cristian, Eduardo y yo.
La carpa la armamos boca abajo y todos nos cargaban.
Fue difícil armar la carpa porque estábamos boca abajo en un médano, por lo tanto abundaba arena y no podíamos clavar las estacas.
El lugar fue el más hermoso que conocí en mi vida, había como una bahía, después los médanos, arena y otros médanos.
(Croquis del lugar).
El paisaje era algo increíble.
Mariano nos dijo que había visto como ocho ballenas.
Con el Negro vi las primeras dos ballenas de mi vida.
Con Gonzalo y Marianito fuimos hasta la pirámide.
Me empecé a hacer muy amigo de Pablo, hacíamos todo juntos.
En la primera noche nos encontramos con la primera anécdota. Habíamos salido con los chicos a recorrer el lugar, éramos un montón. Habíamos llegado casi a los baños, pasamos por el restaurant y llegamos a prefectura; allí había un hombre y nosotros lo enfocamos con las linternas, entonces vino corriendo y nos hizo parar a todos y nos dijo:
- ¿Qué hacen a esta hora iluminando a la gente?
Nosotros no le contestamos y nos dijo:
- Acá la gente viene a descansar, y ustedes están molestándolos.
Y así siguió, entonces saltó Carolina Torrilla y le dijo:
- Escúcheme, Señor, nosotros no hicimos nada, sólo queríamos saber quién era.
- Bueno, pero es una falta de respeto.
Y Caro le dijo:
- No señor, no hicimos nada.
Entonces el tipo le dijo:
- ¿Me está enfrentando?
Y ella le dijo que no, entonces el tipo le pidió los documentos y ella le dijo que los tenía en el campamento, entonces el tipo le dijo:
- Queda detenida, y prosigo a leerle los derechos.
Entonces le sacó la linterna a Juampi y empezó a leer.
- Averiguación de antecedentes, derecho a quedar callada.
La alumbró y le dijo:
- ¿Sigo, sigo?
Y ella le contesto:
- Sí, por mí, siga.
Entonces Pablo saltó y lo convenció. Todos medio que nos asustamos: ¡menos ella!”

.