martes, 20 de julio de 2010

La cajita feliz.


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El viernes voy al club Atlanta. Llego solo, no conozco a nadie. Doy unas vueltas por el club: paso por la barra del bar, paseo por las mesas en donde venden libros, muñecos, cuadros, fotos, hasta cajitas de fósforo decoradas. Lo inútil, que le dicen. Paseo un rato más, emponchado y esquivando las ráfagas de viento congelante que se cuelan por los vidrios rotos, debajo de las gradas de las tribunas. Cuando me detengo a mandar un mensaje, un tanto inmovilizado por las capas y capas de abrigo, un nene de unos 4 años se me para adelante, y me observa. Me mira serio, con una cajita feliz de Mc Donalds en las manos. Dejo el mensaje por la mitad y lo miro, un tanto intimidado. “¿Me cerrás la cajita?”, me pregunta. Tardo algunos segundos en reaccionar hasta que agarro la cajita e intento cerrarla. El nene me mira interesadísimo mientras yo le digo que es un sistema muy difícil, que no lo entiendo, y que además tengo el celular en la mano. Él no dice nada, sólo mira el movimiento de mis dedos manipulando las solapas de la caja. Como veo que le gusta verme con su cajita, me hago el que todavía no sé cerrarla, la doy vuelta varias veces, quedo como tonto y él se ríe. Cuando termino le digo que fue ardua la tarea, que pensé que no iba a poder hacerlo. Y como si su vida dependiera de eso, me mira un rato, bien fijo, y me tira un “graziaz”. Se va como llegó, pero dejándome con el celular colgando entre los dedos fríos.

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

que tierno esto, nose si sera cuento ficcion o un momento de la vida hecho palabras pero no importa esta muy lindo

saludos

Leo Avalos dijo...

encantador..!

Vero dijo...

Me dieron ganas de ir ya a comprarme una cajita feliz a mcdonalds jajaa
que tierno todo, coincido totalmente
besos