domingo, 10 de febrero de 2008

Bajo el sol.


Salgo al corredor y ahí me espera, inflamados los ojos de saltos que se aproximan, con el rabo agitado arrullando el pasto. “¡A los árboles!” le digo, y comienza su trote palpitante hasta el bosque de pinos que rodea la estancia. Detiene su recorrido cada veinte pasos, girando su cabeza dorada, asegurándose que la sigo en su camino. Bajo el sol la acompaño, intentando comprender su ansiedad, pensando “dame un poco de eso, dame un poco de ese sol que se te pega en la mirada”. La veo olfatear las agujas de los pinos, concentrada, aturdida por el olor de los pasos que las quebraron y las hundieron un poco más en la tierra mojada.
Seguimos camino hasta el claro, donde descansamos. Me siento y me mira perpleja, preguntándome con la mirada si es la hora de la pausa, “sí” le respondo, “sentémonos un rato a descansar” y se sienta a mi lado, mirando quién sabe dónde; hacia los ojos de las cosas, le murmuro, vos siempre atenta mirando a los ojos de las cosas.
Muerdo algunos pastos, buscando ese sabor imposible que ella disfruta. Me volvería loco, pienso, tanto olfato, tanto gusto, tanta alegría al ver al dueño, tanto sufrimiento al verlo alejarse. El dueño que no es “Dueño”, ni es “El”, ni es “Hombre”, es un poco más que eso, es una sensación pura que le hace temblar las costillas, que le hace intentar gritar un nombre que no existe, que es todo aroma, todo voz y sonido de pasos. El pasto es parte del entramado invisible de las cosas, que sólo ella conoce, y que le hace desear más pasto, más árbol, más barro para sus patas desnudas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

son unicos y me encantan.

Anónimo dijo...

El otro día soñé que Disi venía llorando y preocupada. Me traía los pedazos de su cola en la boca y me los dejaba ahí como cuando me confía algún bocado de los que se roba en la cocina. ¡Se le había caído la cola! Estaba triste. Y yo le decía: Bueno Disi, ¿a ver cómo tenés?. Je je! Igual, hoy cuando me levanté ella estaba a los pies de mi cama. Le dije Disi, Disi, vení, me miró de reojo y se fue rápido a la otra cama para que no la agarrara.