domingo, 2 de agosto de 2009

Íntimo.

.

Ayer, en una lectura de manos, me dijeron que no estaba en mi destino haber nacido (a lo que yo me pregunto, si no hubiera nacido de qué destino estamos hablando, ¿no?). Por lo que entendí las marcas en la mano izquierda indican ese destino, y las de la mano derecha lo que nosotros hacemos con esa suerte grabada. Todas las marcas en mi mano izquierda muestran imposibilidades, cerrazones triangulares, jaulas. Pero la derecha muestra los trazos como tajo, decidida a pelearle a esa líneas contrarias que se abren, se cruzan y se disuelven. La naturaleza, supuestamente, me dicen, me parió intuitivo, y el devenir me retrajo a una racionalidad de escalpelo. Hay viajes, me proyectan, y un potencial artístico que nunca voy a "explotar". Peleo, me interpretan, contra ese vacío predestinado, me agarro a las patadas con lo que no debería ser, y parece que la suerte se tuerce en ese empecinamiento.
Alguna vez mi vieja me contó lo jodido de su embarazo, cómo decidió tenerme y cómo lo único importante al nacer era saber si era "sano". Y nací, acá estoy, con las marcas de esa duda en las manos. De repente se me aparece todo bajo la oscuridad de esa marca inicial, de esas líneas en cruz que hasta parecen avergonzadas y se pierden de a poco en la ferocidad de las otras, rectas, que no dudan en asimilarlas. Sencillamente, pienso en ese gran NO inimaginable que un extraño pronuncia al mirame la mano. Masturbación mental, lo sé.
Voy a tener una vida muy larga, concluye la lectura. Y me suena casi como un capricho dirigido a no sé qué: "¡Tomá, para vos que ni siquieras creías que iba a nacer!"

.

No hay comentarios: