domingo, 16 de diciembre de 2007

Fragmento II.

Volvieron al astillero después de un año y medio en la ciudad y se sentaron toda una tarde en el bloque de cemento. No había nada más que ver en el pueblo, a no ser por las viejas casas derruidas en las que habían vivido. Entonces volvieron callados a seguir la ruta de alguna gaviota esperanzada que volaba sobre el río opaco. No había rastros del astillero, lo habían terminado de demoler cuatro años atrás, después de estar más de veinte en ruinas. Sólo una plataforma gigante de cemento se extendía frente al río, enclavada en la arena oscura, recordando tiempos de barcos y peces. Estuvieron sólo esa tarde y nunca más volvieron, porque no fueron capaces de precisar qué es lo que querían recordar. Porque un recuerdo no debe ser una imagen recuperable, sino la sensación de pérdida de una melancolía vieja que ya el cuerpo no se permitiría nunca. La distancia posible para alcanzar a un recuerdo es la insalvable.

1 comentario:

Unknown dijo...

ya lo dije una vez:

"...no hay que olvidar sino aprender a recordar."

beso.