Siempre me gustó ver todo lo que se escapa, o mejor dicho cómo las cosas se escapan. Ver caer el agua de la pileta de la cocina, rebalsada; juntar puñados de arena y hacerlos resbalar entre los dedos; pisar el barro; cazar luciérnagas; hundir despacio los pies en el mar. No sé en realidad si las cosas se escapan, sino que vuelven donde pertenecen. Se escapan de mí, en todo caso. Y me gusta ver cómo la gente se escapa, para volver tranquilamente a sí mismos. Tal vez porque no pertenecemos, como la arena o las luciérnagas, a lo que nos semeja en forma, peso, estructura. Tal vez porque no pertenecemos a ningún lugar más que a nuestro propio cuerpo. Nos falta fluidez para escurrirnos y mezclarnos, o sentido de totalidad para ser playa, y no sólo grano. O tener un lenguaje común como la fosforescencia de la luciérnaga.
Pocas veces me brilla el estómago.
1 comentario:
la luciernaga es la estructura, la arena y el mar, vos y los demas. todos somos parte de ella, de una forma o de otra. pertenecmos a la luciernaga.
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